Lo que crece en silencio
- Sebastián Del Mar
- hace 4 días
- 2 Min. de lectura
Lo importante es no olvidar que no todo lo que crece es raíz. Y no todo lo que brilla desde los espectaculares será hogar

Por Sebastián del Mar
Hay una hora, justo antes de que el sol se vuelva insoportable, en la que las ciudades parecen latir despacio.
Los albañiles ya levantaron sus andamios.
Las mujeres que limpian oficinas se cruzan en las esquinas con quienes abren los portones de los cafés.
El viento de mayo, si acaso existe, es apenas una brisa cansada que baja de las sierras.
En La Paz, en San José, en Loreto… los muros crecen.
Las calles se alargan.
Las máquinas excavan sueños y levantan proyectos.
Pero debajo de cada piso pulido, de cada lote con vista al mar, hay algo más: hay historia, hay polvo antiguo, hay nombres que ya no se pronuncian.
A veces pienso que el verdadero plano urbano está hecho de huellas invisibles. De quien sembró un mezquite donde hoy se alza un showroom.
De quien vendió una tierra que había sido de su abuelo. De quien camina entre desarrollos que nunca podrá habitar, pero que igual observa con un gesto entre resignación y asombro.
No me opongo al progreso. Sólo creo que debería saludarse al progreso con la misma delicadeza con la que se saluda al mar: con respeto, con humildad y con los pies bien plantados.
Mayo en Baja California Sur es una promesa de calor. Pero también de crecimiento.
Lo importante es no olvidar que no todo lo que crece es raíz. Y no todo lo que brilla desde los espectaculares será hogar.
Desde este rincón al sur, donde las historias se escriben con sal y concreto, yo sigo mirando. Y sigo escribiendo.
—
Sebastián del Mar
Opmerkingen