Lujo sin raíces: ¿a quién le sirve el boom inmobiliario en Baja California Sur?
- Valentina Lozano

- 5 ago
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Porque si no equilibramos las ganancias con las consecuencias, pronto no quedará nada que vender.

Por Valentina Lozano
En los últimos cinco años, Baja California Sur ha sido escenario de un fenómeno sin precedentes: torres que se levantan frente al mar, residencias de diseño en lo alto de los acantilados, campos de golf que avanzan sobre el desierto, y nuevos desarrollos anunciados cada mes con promesas de sustentabilidad, exclusividad y conexión con la naturaleza.
Sí, hay inversión. Sí, hay crecimiento económico. Pero también hay una pregunta que me persigue desde hace tiempo: ¿a quién le sirve realmente este boom inmobiliario?
Lo positivo: inversión, empleo y proyección global
No hay que negarlo: el auge inmobiliario ha traído beneficios concretos. Según datos del Registro Público de la Propiedad, en los primeros seis meses de 2025 se registraron más de 3,800 nuevas operaciones de compraventa en el estado, especialmente en Los Cabos, La Paz y Todos Santos. Esto significa derrama económica, empleos en construcción, crecimiento del sector servicios y atracción de turismo de largo plazo.
Las inversiones extranjeras han llegado de la mano de marcas hoteleras de lujo, desarrolladores con capital californiano y fondos canadienses que ven en Baja California Sur una joya aún “subexplotada”. Hay quienes lo ven como un sueño cumplido: vivir frente al mar, con sol todo el año, seguridad y calidad de vida.
Lo negativo: exclusión, presión ambiental y pérdida de identidad
Pero los desarrollos no se levantan en el vacío. Lo hacen sobre ecosistemas delicados, sobre comunidades que ya estaban aquí y que, muchas veces, no son tomadas en cuenta.
La expansión urbana en zonas como El Centenario, Pescadero, El Sargento o San José del Cabo ha traído consigo una presión creciente sobre los mantos acuíferos, conflictos por la tenencia de la tierra y una gentrificación silenciosa que expulsa a familias locales de sus propios barrios, donde los precios del suelo ya no corresponden con sus ingresos.
El discurso del “desarrollo sustentable” suena bien en los folletos, pero en la práctica muchas obras se construyen sin consulta previa, sin estudios ambientales completos o con permisos otorgados en la opacidad. En nombre del crecimiento, estamos vendiendo la vista sin mirar las consecuencias.
¿Y ahora qué?
No se trata de frenar el desarrollo. Se trata de dirigirlo con conciencia y visión de largo plazo. Algunos municipios ya han comenzado a revisar sus planes de ordenamiento territorial, pero falta voluntad real para decirle “no” a proyectos que no cumplen con las condiciones mínimas de equidad, legalidad o respeto al entorno.
Propongo tres ejes urgentes:
Revisión exhaustiva de los permisos otorgados en zonas costeras y áreas naturales protegidas.
Establecimiento de una política estatal de vivienda accesible para residentes locales.
Participación ciudadana real en los procesos de planeación urbana.
Porque si no equilibramos las ganancias con las consecuencias, pronto no quedará nada que vender.
Baja California Sur no puede ser solo escaparate de lujo.Debe ser hogar. Para todos. Con raíces.
— Valentina LozanoPeriodista y analista de Real Estate en Baja California Sur





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