Una Joya Geológica: Descubre la Cueva de las Dos Ventanas, el tesoro mejor guardado en el corazón de la Isla Espíritu Santo
- Jorge Gómez
- 18 nov
- 3 Min. de lectura
La Paz, Baja California Sur, resguarda en sus aguas uno de los patrimonios naturales más sublimes del mundo: el Parque Nacional Archipiélago de Espíritu Santo. Este conjunto de islas, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, es célebre por sus playas inmaculadas y su increíble biodiversidad. Además de su vida marina, la isla esconde secretos geológicos fascinantes que invitan a la exploración consciente.

Entre los majestuosos acantilados de origen volcánico se encuentra una formación rocosa única, conocida localmente como la Cueva de las Dos Ventanas. Este sitio, considerado por los locales y viajeros un verdadero tesoro oculto, ofrece mucho más que una simple visita. La cueva no es solo una cavidad; es un mirador natural que, modelado por la erosión milenaria del viento y el mar, ha abierto dos grandes aberturas que enmarcan el vasto paisaje del Mar de Cortés.
Para iniciar la aventura hacia este punto de observación privilegiado, el acceso es exclusivamente por mar. La expedición debe partir obligatoriamente desde el malecón de La Paz o desde la playa de Pichilingue, a bordo de embarcaciones autorizadas. El trayecto náutico es una experiencia escénica en sí misma, donde se pueden avistar delfines y, en las temporadas adecuadas, incluso a las ballenas que eligen estas aguas para su migración.
Una vez que la embarcación llega a la orilla de la Isla Espíritu Santo, los visitantes deben desembarcar en una bahía designada para iniciar la caminata. En ese punto, es necesario emprender un ascenso a través de senderos agrestes y bien definidos, rodeados únicamente por la flora desértica endémica que lucha por la vida en este ambiente seco. Aunque la caminata requiere un esfuerzo físico moderado, la promesa de la vista motiva cada paso del recorrido.
Al alcanzar la entrada de la caverna, el esfuerzo del ascenso se ve recompensado con la majestuosidad de la vista que se despliega ante los ojos. Desde la penumbra de la cueva, la luz exterior se convierte en un marco de belleza natural sin igual. Es un lugar donde el silencio es interrumpido únicamente por el sonido de las olas y el viento, invitando a la reflexión sobre la inmensidad del entorno.
La cueva es famosa por el efecto visual que crean sus dos aberturas. Una de las "ventanas" enmarca de manera perfecta una formación rocosa icónica que se levanta del mar, conocida por los navegantes como "El Pailebote". La otra abertura, por su parte, ofrece una perspectiva panorámica que se extiende hacia el horizonte del océano, apuntando directamente hacia el extremo norte de la isla, creando composiciones fotográficas espectaculares.
Es fundamental destacar que esta área forma parte del Parque Nacional y, por lo tanto, es una Zona Natural Protegida (ANP). Esto implica que el acceso al sitio está estrictamente regulado para garantizar la máxima protección del ecosistema frágil. Los visitantes no pueden llegar en embarcaciones privadas sin los permisos obligatorios.
Por disposición de la autoridad federal, es imprescindible contratar los servicios de operadores turísticos certificados que cuenten con guías especializados. Estos guías están autorizados por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Ellos aseguran que la visita se desarrolle bajo los protocolos ambientales, minimizando cualquier impacto humano en el delicado hábitat de la fauna local.
La experiencia de la Cueva de las Dos Ventanas se complementa idealmente con otras actividades de ecoturismo que ofrece la isla. Es común que las expediciones incluyan tiempo para practicar el esnórquel en las tranquilas bahías cercanas, o una visita obligada a Los Islotes, donde se puede nadar de manera responsable y regulada junto a colonias de lobos marinos, observando la rica vida marina del lugar.
El compromiso con la conservación es la base de esta actividad turística. Este tipo de destinos únicos, como el mirador geológico de la cueva, son recordatorios palpables de la majestuosidad natural. Por ello, la invitación es a practicar siempre un turismo consciente y respetuoso, asegurando que esta joya geológica y marina de Baja California Sur se preserve intacta para las futuras generaciones de exploradores.





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