La era del pseudoambientalismo: un riesgo para la confianza, la inversión y el desarrollo
- Redacción
- 4 nov
- 2 Min. de lectura

Vivimos un momento en el que la agenda de la sostenibilidad se ha convertido en eje central del discurso público, empresarial y gubernamental. Sin embargo, al mismo tiempo, está creciendo un fenómeno que hemos denominado pseudoambientalismo: una forma de discurso ambiental con fuerte presencia digital que privilegia la visibilidad —likes, reacciones, seguidores— por encima del contenido técnico, riguroso o de impacto efectivo.
Este tipo de discurso no es inofensivo. Al ganar terreno, debilita la legitimidad de los actores que trabajan con rigor, aumenta la desconfianza pública hacia las causas ecológicas y genera un clima de incertidumbre que puede mermar la inversión, frenar proyectos de desarrollo y erosionar la gobernabilidad en los ámbitos ambiental y económico.
La Organisation for Economic Co‑operation and Development (OECD) advierte que la desinformación y la información engañosa “pueden comprometer la implementación de políticas públicas y socavar la confianza en las instituciones”. En materia ambiental, estudios recientes muestran que las narrativas mal fundamentadas juegan un papel creciente como obstáculo para la acción técnica y regulatoria.
¿Qué es el pseudoambientalismo?
Se trata de discursos, iniciativas o perfiles que adoptan la “conciencia ambiental” como etiqueta, sin un respaldo técnico sólido ni objetivos medidos. Sus manifestaciones más comunes incluyen publicaciones virales sin datos verificables, acusaciones generales sin evidencia, una fuerte presencia en redes sociales y un uso intensivo de contenido visual o emocional para atraer atención. Este patrón, lejos de contribuir al debate ambiental fundado, lo desvía hacia la superficie.
También lee: Desarrollos responsables: el compromiso ambiental y social que define a la nueva era del turismo
Cómo impacta en la confianza y en el desarrollo
Dilución del discurso ambiental serio: Cuando predomina el ruido sobre el análisis, los procesos técnicos pierden visibilidad y los proyectos verdaderamente transformadores se ven desplazados.
Erosión de la credibilidad: Al descubrirse inconsistencias o superficialidades en quienes hablan de medio ambiente, se incrementa el escepticismo generalizado hacia otros actores legítimos.
Incertidumbre para la inversión: Los inversionistas demandan entornos estables, transparentes y fundamentados. Discursos débiles o contradictorios elevan el riesgo percibido, lo que puede traducirse en menos capital disponible o condiciones menos favorables.
Retraso del desarrollo económico y sostenible: La atención y los recursos pueden desviarse hacia iniciativas que buscan visibilidad en lugar de resultados. Esto reduce la velocidad de innovación, despliegue de infraestructura sostenible y mejoras en bienestar comunitario.
Un llamado a la reflexión
Es indispensable elevar los estándares de la conversación pública y privada en torno al tema ambiental. Esto implica cuestionar qué discursos estamos legitimando, cuáles se apoyan en datos reales y cuáles exclusivamente en métricas de visibilidad. El verdadero compromiso ambiental no se mide por el número de “me gusta” o compartidos, sino por la evidencia de impacto, la transparencia en los procesos y la consistencia entre lo que se dice y lo que se hace.
La sostenibilidad debe volver a presentarse como una práctica —no una promoción— centrada en resultados tangibles, colaboración técnica y responsabilidad social. Solo así podrá recuperarse la confianza, restaurarse la claridad para los inversionistas y potenciarse el desarrollo económico que nuestro entorno requiere.





Comentarios